Cuando te rompes por dentro tienes que dejar que te recompongan. Y ahora que la vida se ha parado en seco, que el mundo ha seguido girando pero nuestros pies han permanecido anclados es cuando hemos experimentado emociones que ni si quiera sabíamos que existían. Y por supuesto hemos sentido muy de cerca el miedo. Ese culpable de paralizarnos y dejarnos sin sentido. El que muchas veces ha jugado contra nosotros e incluso, en más de una ocasión, ha ganado la partida. Cuando el miedo nos invade tenemos que coger nuestro capote de grana y oro y salir al ruedo con nuestras mejores galas y enfrentarnos al toro más bravo, que sin duda creedme, somos nosotros mismos. Es difícil lo sé. Yo también lo he sentido. Y es que cuando se trata de elegir el cuerpo entero empieza a decidir.