60 bomberos forestales y equipos de intervención de varias provincias han estado trabajando toda la noche para intentar sofocar el fuego.


El incendio se declaró ayer en la zona del puerto de Calatraveño continúa activo después de una noche de intensos trabajos para su extinción. Según fuentes de Infoca ya han ardido 600 hectáreas. En las tareas para controlar el fuego han participado durante la noche 60 bomberos forestales, tres autobombas, dos bulldozer, una Unidad Móvil de Meteorología y Transmisiones y, entre otros medios, grupos de intervención de Huelva, Sevilla y Jaén, después de que una vez que cayó la noche se retirasen los 13 medios aéreos que intervinieron en el lugar.

El fuego se declaró ayer sobre las 14:50 horas, entre los términos de Espiel y Alcaracejos, con apenas 20 horas de diferencia del que tuvo lugar en Villaharta y que ya se ha dado por controlado. Aunque se están investigando las causas de este nuevo incendio, testigos presenciales señalaron a este periódico que pudo iniciarse en un transformador eléctrico, si bien este extremo no ha podido ser aún confirmado.

Mientras medios aéreos y efectivos de los bomberos en tierra se pusieron a trabajar en la zona, la circulación se cortó a las cuatro de la tarde en ambos sentidos en el punto kilométrico 383 de la carretera N-502, en Espiel, como consecuencia de la densa humareda provocada por el fuego. Los dispositivos de seguridad en el lugar hicieron volver a los conductores que circulaban por ella. Muchos de los que se dirigían en dirección a Alcaracejos tuvieron que tomar la alternativa desde Belmez o desde Peñarroya-Pueblonuevo (A-449) para retomar su ruta. La situación se normalizó a las 19.15 horas, cuando la DGT volvió a reabrir al tráfico la vía.

El fuego era visible desde distintos puntos, lo que dio lugar a que el 112 recibiera numerosas llamadas de alerta. Aunque desde Emergencias 112 no notificaban ningún desalojo, testigos presenciales informaron de que algunos habitantes de casas de campo abandonaron sus hogares de manera voluntaria ante la cercanía del fuego. Al tratarse de una zona de caza mayor, los propios vecinos abrieron también mallas metálicas para que los animales pudieran salir.