16 May 2024  /  María Arévalo


Seguro que habéis escuchado, pronunciado o sentido la frase
“Estás  insoportable. No se te puede decir nada”. En esta frase se hace referencia a una persona que vive enfadada la mayor parte del tiempo, pero lo que habría  que entender es que no es una cuestión de enfado, sino que lo que hay detrás  es un problema de ansiedad. 

La ansiedad y el enfado son dos realidades emocionales que, aunque  parecen diferentes, guardan una estrecha relación. En primer lugar, vamos a  explicar qué es la ansiedad y el enfado. 

LA ANSIEDAD 

Es una reacción normal de nuestro cuerpo cuando percibe una situación  como peligrosa. En ese momento el cuerpo se activa y se moviliza para emitir  una respuesta de lucha o huida. La ansiedad se caracteriza por el miedo y la  preocupación

La ansiedad a dosis bajas es útil. El problema aparece cuando se  convierte en algo crónico, y la persona vive continuamente en alerta y reacciona  ante situaciones que no suponen un peligro. 

Síntomas de ansiedad

Presión en el pecho. 

Sensación de falta de aire. 

Miedo a los síntomas porque se teme a que ocurra algo. 

Sensación de mareo. 

Temblor. 

EL ENFADO 

Es una emoción que aparece cuando percibimos una situación como  injusta o cuando sentimos que nos están atacando, engañando,  manipulando… 

El enfado es necesario porque nos ayuda a poner límites, a decir no, a  protegernos, etc. El problema es cuando se expresa de forma agresiva y  desproporcionada.

Síntomas de la ira

Ganas de gritar, romper cosas o dar golpes. 

Sensación de calor intenso que sube por el cuerpo. 

Necesidad de moverse. 

El cuerpo tiembla de la energía que necesita salir. 

Los síntomas físicos de la ansiedad y la ira pueden ser similares, pero hay  una gran diferencia y es que, en la ansiedad (el miedo y la angustia te lleva a dar  un paso atrás), mientras que la ira te moviliza y te impulsa a actuar. 

RELACIÓN ENTRE LA IRA Y LA ANSIEDAD 

La ira y la ansiedad son dos emociones que, aunque pueden parecer  diferentes, tienen una gran relación, ya que pueden presentarse de manera  conjunta o una puede desembocar en la otra. 

  1. Ansiedad Ira 

La ansiedad crónica hace que la persona esté hipervigilante y alerta a  cualquier estímulo que pueda suponer una amenaza, lo que provoca en la  persona un estado de alarma y mayor sensibilidad emocional, que hace que  aumente la vulnerabilidad y que aparezcan reacciones de ira. 

  1. Ira Ansiedad 

Los episodios de ira no gestionados (ya sea por su expresión de forma  descontrolada o por callarse al no saber expresarlo de forma correcta) generan  sensación de incontrolabilidad, sentimiento de culpa, de vergüenza y de  desconexión que desembocan en la ansiedad

Quiero centrarme en la primera, en los ataques de ira por acumular  ansiedad

Lo primero que hay que tener en cuenta es que la irritabilidad es uno de  los principales síntomas de la ansiedad. Por eso las personas que llevan mucho  tiempo padeciendo ansiedad son más propensas a enfadarse con más facilidad,  incluso por cosas sin importancia llegando a verse deteriorados los vínculos con  su entorno.

CÓMO TRATARLO 

  1. Ser consciente de lo que te está ocurriendo y aceptarlo. 

Para ello, tienes que analizar cómo reacciona tu cuerpo observando tus  síntomas y aceptándolos. No significa que te acostumbres a vivir con ellos,  simplemente tienes que aceptar que ahora mismo están ahí y que no van a  desaparecer en dos días, sino que hay que trabajar para gestionarlos. No debes  luchar contra ellos ni generar resistencia. 

  1. Aprender a controlar los síntomas físicos. 

Una vez identificados los síntomas hay que controlarlos y canalizarlos para que no vayan a más y no nos dominen.  

Para manejar los síntomas podemos utilizar el autocontrol: apartándonos  de la situación en la que estamos para que la ira no aumente. Contar hasta 10  no solo sirve para los niños, también para los adultos. 

Una vez que tomamos distancia de la emoción podemos pensar con  mayor claridad. 

  1. Identificar porqué te sientes así. 

Una vez que consigues controlar los síntomas es importante averiguar  qué es lo que hace que hayas llegado a un estado de irritabilidad continua. ¿Por  qué saltas por todo? ¿Por qué estás siempre de malhumor? Posiblemente no  seas capaz de encontrar el origen de tu estado, por eso es conveniente que  busques ayuda. 

En este punto te darás cuenta de que la ira es un reflejo de la ansiedad  que has ido acumulando durante meses o años. Saber qué te ha llevado a este  punto te puede ayudar a cambiar la forma en la que te desenvuelves en tu vida. Quizás hay patrones que te están haciendo daño. 

  1. Trabajar aquello que percibes como una amenaza. 

Analizar qué te enfada, qué te preocupa, qué te da miedo, porqué te  sientes atacado… 

Es importante aprender a diferenciar lo que es una amenaza real de lo  que no, ya que el malestar nos lleva a distorsionar la realidad y podemos ver  peligros donde no los hay, manteniéndonos alerta de manera innecesaria. 

Si no es real hay que desmontar pensamientos irracionales. Si dejo de  ver peligros dejo de vivir en alerta. 

Si aquello que percibo como una amenaza es real tengo que buscar la  manera de expresarlo de forma tranquila y adecuada. Ni tiene sentido  explotar ni tiene sentido callarnos, porque cuando no ponemos límites nos enfadamos y sentimos que los demás se aprovechan y eso nos llena de  ansiedad. En esta ocasión el problema no es de los demás, sino que no  hemos aprendido a poner límites. Por eso hay que aprender a expresar  aquello que sentimos o nos molesta de forma adecuada. 

  1. Realiza actividades que te hagan sentir bien y que reduzcan la ansiedad. 

*Es importante recordar que algunas emociones pueden ser tapadas por otras. Lo importante es llegar a la emoción principal para poder trabajarla, y en  el caso de la ansiedad y la ira, la emoción principal es la ansiedad, pero se refleja  a través de la ira.