¿SABES ESTAR SOLO?
Un paciente me comentaba que no necesitaba a la gente, y que él estaba bien solo. Yo le explicaba que eso era muy bueno porque tenía un impacto positivo sobre su bienestar, al ser una persona independiente que no necesita a nadie para funcionar y encontrar placer en las cosas, pero también le explicaba que no estaba en lo cierto al creer que no necesita a otras personas, ya que estamos programados para relacionarnos y conectar con los demás.
El objetivo está en conseguir el equilibrio entre ambas cosas: aprender a estar solo (sin sufrir) y sentirte bien al interactuar de forma sana con otras personas.
La soledad puede derivar en dos cuestiones:
- El miedo a quedarte solo te lleva a aferrarte a una persona generando un vínculo insano de dependencia.
- Centrándonos en el ejemplo previo, cuando una persona verbaliza que sabe estar sola, con el añadido de “no necesito a nadie” se observa una tendencia a la soledad y al aislamiento (que puede parecer positiva, pero en realidad no lo es). Esto ocurre cuando la persona ha desarrollado un vínculo intenso con alguien y ha sufrido por ello. Debido a ello, ante el miedo de volver a pasarlo mal opta por la soledad y se desvincula de la persona, autoengañándose y creyéndose que no la necesita y que se encuentra mejor sol@.
¿Por qué no nos gusta estar solos?
Porque cuando experimentamos el sentimiento de soledad se despiertan emociones que nos resultan poco agradables como la tristeza, el miedo, la vulnerabilidad, la indefensión, la ansiedad, la desprotección, etc. Ante la vivencia de todas esas emociones, el miedo a estar solo da paso al miedo a conectar contigo mismo y con lo que sientes, por eso se tiende a huir de esa sensación.
¿Es bueno aprender a estar sol@?
Algunas personas pensarán que no, e incluso preguntarán ¿Cómo va a ser bueno estar solo? Pues bien, como se ha dicho antes, estar solos ayuda a conectar con uno mismo, con las propias emociones, los pensamientos, las
necesidades, etc. Aunque nos cueste creerlo, esta es la única manera que tenemos de enfrentarnos a nuestros miedos, de conectar con nuestro mayor dolor y a su vez nos permite darnos cuenta de nuestras posibilidades y habilidades a la hora de enfrentarnos a la vida.
Esa conexión con nosotros mismos nos permite conectar de forma sana con los demás.
En definitiva, aprender a estar solo repercute en nuestro bienestar y reduce la probabilidad de entrar en relaciones tóxicas. En cambio, depender de alguien implica vivir con cadenas.
¿Por qué se produce el miedo a la soledad?
Vamos a partir de la base de que la soledad forma parte de la vida, aunque si bien es cierto cada persona la vive de una manera distinta en base a diferentes factores:
- El miedo que tenga a lo que piensen de él/ella.
Los factores sociales y culturales generan esquemas y expectativas que determinan lo que es “normal” dentro de la sociedad.
Según la importancia que la persona de a esos esquemas y expectativas tendrá unos sentimientos u otros ante las circunstancias vitales que se le planteen. Por ejemplo, si la persona no consigue aquello que la sociedad estipula como <<normal>> va a experimentar sentimientos de frustración y fracaso. Por ejemplo, en relación a la soledad, se sentirá fracasada aquella mujer que, a cierta edad, no tenga pareja o no sea madre. En este caso, también entran en juego los estereotipos de género, puesto que no ser madre antes de una cierta edad tiene una connotación negativa que se pone de manifiesto en comentarios del tipo “se te va a pasar el arroz”. Sin embargo, en el hombre no existe esa presión social.
- Miedo al fracaso
Este punto está muy relacionado con el anterior, ya que entran en juego los estándares sociales junto con un exceso de perfeccionismo que nos condiciona y nos limita en la toma de decisiones.
Por ejemplo, cuando se inicia una relación de pareja y esta no funciona, nos empeñamos en mantenerla a cualquier precio porque socialmente se valora más estar en pareja (aunque no funcione) que estar sol@. Hay personas que se mantienen en relaciones por aferrarse al concepto de familia y de mantenerla unida, y al de sentirse acompañado.
- Historia personal y personalidad.
El miedo a la soledad guarda una estrecha vinculación con el tipo de apego que haya tenido cada persona. Si recordáis en el programa del “apego” hablábamos de cuatro tipos en base al tipo de vínculo que el niño había tenido con sus cuidadores durante la infancia: seguro, evitativo, ansioso y ambivalente.
Es frecuente encontrar personas que han desarrollado miedo a la soledad tras haber vivido situaciones en las que se han sentido vulnerables al no recibir la protección que necesitaban en ese momento por parte de su entorno cercano. De alguna manera han experimentado el sentimiento de abandono, lo cual condiciona sus vínculos futuros.
Pues bien, el tipo de apego sumado a la personalidad que cada uno tenga y a las creencias y esquemas erróneos que haya tenido a lo largo de su vida pueden despertar sentimientos de soledad y abandono en la persona, llevándola a buscar en los vínculos con otras personas la solución a su malestar.
*Volviendo al ejemplo del principio, hay personas que se mueven en dos extremos: se aferran demasiado a las personas por miedo a que las dejen (desarrollan vínculos de dependencia), y cuando la ruptura se produce, es tan fuerte el dolor que sienten que se pasan al otro extremo (aislamiento, evitan establecer vínculos y se vuelven independientes, llegando a parecer personas frías, todo ello como mecanismo de defensa). Con lo cual, ese modo de estar sol@ no es adaptativo.
- Vulnerabilidad genética a desarrollar cuadros de ansiedad, pudiendo desembocar en este miedo.
¿Cómo puedo saber si tengo miedo a estar solo?
▪ Si al pensar en la posibilidad de estar solo o hacer algo solo sientes angustia o miedo, incluso lo ves impensable.
▪ Tienes síntomas físicos como dolor de estómago, temblores, taquicardia, etc., al tener que hacer cosas sol@.
▪ Evitas quedarte solo.
▪ No haces nada solo. Siempre intentas que alguien te acompañe. ▪ Buscas estar siempre ocupado o fuera de casa con otras personas. ▪ Dejas de hacer cosas que tienes que hacer (responsabilidad) o que te gustan por tener que hacerlas sol@.
▪ Necesitas la aprobación de los demás para cualquier cosa que haces. ▪ Te da vergüenza hacer cosas solo por lo que puedan pensar de ti. ▪ Te angustia mucho no tener un plan para el sábado porque piensas que todo el mundo está en la calle pasándoselo bien menos tu.
¿Qué hacer para combatir el miedo a la soledad?
✓ Cuestiona y desmonta todos tus pensamientos negativos acerca de la soledad:
➢ “Hay cosas que es mejor hacerlas acompañad@”
➢ Si alguien me ve comiendo sol@ o tomando un café sol@ ¿qué va a pensar de mí? (Esperar a alguien con quien has quedado en un bar te genera menos ansiedad que si estás solo en un bar).
➢ Si no hago las cosas con los demás no se disfruta igual.
➢ Si hago cosas sola significa que no tengo amig@s.
✓ Identifica tus miedos y hazte preguntas.
✓ ¿Cuándo sientes ese miedo? ¿Qué piensas en ese momento? ¿Qué haces para no sentir el miedo de estar sol@? ¿Qué ocurriría si empezaras a afrontar tus miedos? ¿Qué crees que va a pasar si te quedas sol@? ¿Qué cosas estás dejando de hacer por ese miedo? ¿Qué te gustaría hacer si no tuvieras miedo?
✓ Enfréntate poco a poco a tus miedos. Empieza haciendo una lista de actividades o tareas que te produzcan bienestar.
✓ Elige algunas de ellas para ponerlas en práctica tu sol@. Te recomiendo que empieces por las que te generen menos vergüenza o malestar. Ej. Hay personas que no se ven saliendo a andar sola o en un centro comercial.
Enfrentarte a la soledad es la única manera de desmontar todos los pensamientos negativos que giran en torno al hecho de estar solo o hacer cosa solo sin que ocurra nada malo ni sufras por ello.
«El mundo nos enseña a temer la soledad, pero a menudo es en ella donde encontramos nuestra verdadera fuerza».
(Anónimo)
«La soledad es el terreno fértil donde brotan nuestras fortalezas». (Anónimo).
«Dentro de la soledad se encuentran las respuestas que hemos estado buscando».
(Friedrich Nietzsche)