1 January 1970

Quizás la palabra Síndrome suene “fuerte”. Sin embargo, tendemos a utilizar este término con frecuencia sobre todo en el mes de Septiembre (al terminar las vacaciones y tener que retomar la rutina). El error en el que se cae es que la sociedad tiende a patologizarlo todo y a ponerle etiquetas a todo, pero para vuestra tranquilidad lo que algunas personas sufren al volver de las vacaciones no es ninguna enfermedad, simplemente un proceso adaptativo que aparece cuando la persona no se ve capaz de responder a las demandas del día a día (trabajo, casa, familia, estudios, etc.) tras un periodo de descanso. 

No es nada extraño, al contrario, es algo común, ya que según los datos son muchas las personas que experimentan este síndrome al volver de las vacaciones; y también es necesario porque permite a la persona desplegar la energía necesaria para poder hacer frente a las demandas del entorno.

“Ningún hombre necesita tanto unas vacaciones como la persona que acaba de tomarse unas.”

-Elbert Hubbard-

 

Esto no solo les ocurre a los trabajadores, también a los estudiantes, los cuales han tenido un periodo de descanso más extenso de lo normal y ahora tienen que adaptarse a un ritmo de vida muy diferente al que han vivido durante el verano.

¿REALMENTE EXISTE EL SINDROME POST-VACACIONAL?

En realidad, no existe consenso en la sociedad científica acerca de la definición de este concepto porque depende de la valoración que se haga del trabajo. Si el trabajo se percibe como una actividad negativa, obligada y sacrificada, hay una alta probabilidad de que se experimente este síndrome (en este aspecto también influye las condiciones laborales que se tengan: horarios (nocturno), desempeñar una actividad laboral agradable, relaciones con los compañeros, exigencia del puesto, etc.); mientras que, si el trabajo se percibe como algo creativo y motivador, el estrés postvacacional prácticamente no existe.

 

¿CÓMO SE MANIFIESTA?

Los síntomas son parecidos a los del estrés o la ansiedad. Pueden variar en intensidad según la persona, el entorno, las circunstancias y las responsabilidades de cada uno, pero lo normal es que duren entre 1 o 2 semanas. Los síntomas son:

  • Cansancio, sensación de falta de energía, dolor de cabeza
  • Estado de ánimo bajo, decaimiento o aparición del enfado y contestaciones algo agresivas.
  • Problemas de sueño, que se traducen en estar cansado y con sueño durante el día.
  • Dificultad para concentrarse y disminución del rendimiento
  • Dificultad para resolver problemas y tomar decisiones (la persona vive agobiada y no ve las cosas con claridad, lo cual hace que se agobie todavía más)
  • Percepción de no ser capaz de enfrentarse al día a día (El día a día se hace un mundo).
  • Ansiedad

 

¿CUÁNDO PUEDE APARECER ESTE ESTADO?

 

  • Después de unas vacaciones largas
  • Después de unas vacaciones en las que no se ha descansado ni desconectado
  • Cuando la persona tiene una visión negativa del trabajo, ya sea porque no le gusta, porque lo percibe como una obligación o porque no se siente realizada. Lógicamente, estos aspectos ya existían antes de las vacaciones, pero vuelven a generar malestar cuando la persona entra en contacto, nuevamente, con su realidad.

 

¿CÓMO COMBATIRLO?

Lo mejor sería prevenirlo y evitar su aparición. Para ello:

  • Es aconsejable no volver de las vacaciones justo el día anterior a la vuelta al trabajo o al colegio, sino más bien, reservar algunos días al final de las vacaciones para mentalizarse y planificar la vuelta de forma tranquila.
  • CONSEJO: Por lo menos el día de antes a la vuelta es aconsejable dejarlo todo preparado: la ropa que nos vamos a poner, acostarnos a una hora razonable, dejar el coche lleno de gasolina, etc. Es una manera de no empezar el día con prisas.
  • Respecto a los horarios de sueño, hay que adaptar los horarios a los habituales poco a poco. Ejemplo: Si alguien se levanta a las 10 de la mañana, levantarse de golpe a las 7 va a ser complicado de encajar, por lo que se podría ir adelantando, de media en media hora, la hora de acostarse y la hora de levantarse. (¡¡¡¡¡¡Eso también va dirigido a los niños!!!!!)

 

Una vez que se empieza el trabajo…

  • Primero, entender y normalizar que la vuelta a la rutina va a costar un poco de trabajo, por lo tanto: No hay que alarmarse.
  • Si los primeros días observas que tu rendimiento no es igual al que tenías justo antes de las vacaciones, no te agobies, entiende que es normal tras un periodo de descanso. Tu mente y tu cuerpo están relajados y poco a poco hay que ir estimulándolos. Por eso, sería conveniente incrementar la intensidad del trabajo de forma gradual (priorizando las tareas y empezando por las más agradables).
  • No llevarse trabajo a casa
  • Aprovechar los momentos de descanso
Niños

 

  • Este desajuste no solo lo viven los adultos, también los niños, pudiendo mostrar resistencia ante la vuelta al cole. Por eso, es importante contagiar a los niños de entusiasmo, seguridad e ilusión en su vuelta al colegio: hablándoles de los amigos con los que se reencontrarán y a los nuevos niños que conocerán; también se reencontrará con su maestra/o o conocerán a una nueva/o; todas las cosas nuevas que vivirá en este curso, las actividades extraescolares, etc. La información da seguridad, de manera que todo lo que el niño conozca antes de empezar reducirá su estrés ante lo nuevo y los posibles cambios al saber lo que se va a encontrar.
  • También es aconsejable que los niños se impliquen en la planificación de la vuelta al cole: participando en la compra de libros, ropa, mochila, material escolar, forrando los libros, poniendo el nombre a los cuadernos, etc.
  • Hábitos (la importancia de que existan hábitos y de que los niños estén al tanto de los mismos).

 

Los papás y las mamás podéis reducir la probabilidad de que aparezcan estos síntomas en vuestros hijos.

Aunque al principio hemos dicho, que es normal sufrir cierto desajuste al retomar la rutina y las responsabilidades asociadas a la misma, hay que tener en cuenta que este desajuste es temporal, de manera que conforme vayan pasando los días y la persona vea que es capaz de responder a las demandas, los síntomas irán desapareciendo. Si se mantuviera en el tiempo, se debería consultar a un profesional.