19 January 2022  /  María Arévalo

En el último programa hablábamos de la gran variedad de sentimientos encontrados que provocan las fiestas navideñas (desde ilusión hasta tristeza pasando por la esperanza, la culpa, la vergüenza, etc.). También se hablaba de los motivos que hacían que la Navidad no resultara tan atractiva (ausencia de las personas que queremos), y finalmente se daban pautas para afrontar esas fechas de la mejor manera posible (no queriendo decir esto que tuviéramos que estar contentos o , sino que cada uno viviera la Navidad acorde a los sentimientos que tuviera en esos momentos, aceptándolos, sin obligarse a sentir aquello que no estaba sintiendo).

Al igual que el periodo navideño genera sentimientos encontrados, la finalización del mismo provoca exactamente lo mismo. Por un lado, están los que no quieren que este periodo termine y por otro, los que sienten alivio ante la llegada a su fin de estas fechas.

Para bien o para mal, una realidad indiscutible es que: en la vida todo pasa, nada es eterno. Todo tiene un principio y un final, y las fiestas navideñas no iban a ser menos, por eso hoy vamos a centrarnos en esa vuelta tras tres semanas de turbulencia emocional. Aunque… ¿Os habéis parado a pensar que la vuelta a la rutina tras las vacaciones de Navidad se vive de manera diferente a la vuelta de las vacaciones de verano?

Es curioso pero algunas personas tienen más “ganas” de volver al trabajo después de Navidad que después de haber estado dos semanas en la playa o viajando, ¿PORQUÉ?

    • Como se comentó en el último programa, la Navidad es una época en la que se experimentan emociones contradictorias e intensas en un corto periodo de tiempo (tan solo 2-3 semanas), encontrándonos en una montaña rusa constantemente (ASPECTO QUE NO OCURRE DURANTE LAS VACACIONES DE VERANO). Esa carga emocional que acompaña a la Navidad, hace que en muchas ocasiones se desee volver a la rutina y “relajar” todo ese “tsunami” de sensaciones.
  • A esto se suma que durante las Navidades solemos permitirnos algunos caprichos: comer en exceso, hacer menos deporte, levantarse más tarde, etc. Esto hace que se terminen las Navidades diciendo la típica frase de “Ya basta. Voy a empezar a hacer las cosas bien”. Esas frases reflejan sentimiento de culpa por todos esos excesos, y como todas las emociones tienen su parte positiva, el sentimiento de culpa no iba a ser menos, por lo que experimentarlo ayudará a ponernos las pilas y retomar nuestros hábitos con mayor rapidez y mayor determinación (ASPECTO QUE TAMPOCO OCURRE DURANTE LAS VACACIONES DE VERANO, Y SI OCURRE TAMPOCO SE LE PRESTA MAYOR IMPORTANCIA JAJAJA)
  • Por otra parte, las Navidades coinciden con el final del año e inevitablemente esto nos invita a reflexionar acerca de lo vivido durante todo ese año: lo que hemos conseguido, lo que hemos perdido, así como los objetivos que todavía quedan por conseguir (NADIE REFLEXIONA TRAS LAS VACACIONES DE VERANO). Si el análisis lo centramos en lo que hemos perdido o en lo que aún no hemos conseguido, lo más probable es que nos vengamos un poquito abajo y empecemos el año con poca ilusión y motivación. Por ello, es importante hacer un balance positivo, pero también es cierto que si el balance resulta negativo y la persona es consciente de que empieza un nuevo año de la misma manera, con las mismas circunstancias y sin cambios importantes en su vida, es posible que la persona se replantee las cosas y se ponga las pilas para iniciar los cambios que la sitúen en el camino de la vida que realmente quiere vivir.

Aunque antes se ha dicho que muchas personas tienen más “ganas” de volver al trabajo después de Navidad que después de las vacaciones de verano, también hay que decir que el Síndrome post-vacacional de la Navidad existe. Aunque si bien es cierto, como estas vacaciones son más cortas que las de verano, los síntomas también son menores.

¿Qué es el Síndrome Post-vacacional?

    • Estrés que sufre una persona cuando tras un tiempo de descanso le cuesta atender al alto número de demandas que supone la vuelta a la rutina de su vida diaria o el regreso a su vida laboral.
    • Se pone de manifiesto durante los primeros días de trabajo en forma de pereza, cansancio, pensamiento negativo, tristeza, etc.
  • No suele durar más de 2 o 3 semanas.

Ese estado puede venir desencadenado por otros factores:

  • Expectativas no cumplidas. Desde que comenzó la pandemia muchos de nuestros planes se han visto truncados. A consecuencia de ello, hay dos cualidades que la pandemia nos está obligando a desarrollar:
  • La aceptación de las circunstancias que tenemos
  • La adaptabilidad (capacidad de adaptarnos a los cambios)

Concretamente, estas Navidades han sido un claro ejemplo de aceptación y adaptabilidad a esas expectativas no cumplidas, ya que muchas familias se han visto obligadas a cambiar sus planes, bien por prevención ante el incremento de casos, o bien porque alguno de sus miembros hubiera dado positivo (muchas personas han pasado una de las fiestas o las dos aisladas en una habitación). Es cierto que aceptar esta realidad es super importante, pero aceptar no significa que no duela. De hecho, cada vez son más frecuentes los sentimientos de ansiedad, estrés y frustración al ilusionarte con reencuentros o con circunstancias que finalmente se ven paralizadas por la realidad que tenemos, lo cual hace que aflore el sentimiento de soledad o de pérdida del vínculo con tus seres queridos. 

*Ante esto, aconsejo que se tenga en cuenta que lo importante “no es el día, sino compartir” y si durante esos días no hemos podido compartir debemos mantener la ilusión para que ese reencuentro se produzca.

 

  • Soledad tras las fiestas. Con el fin de la Navidad también llega el fin de las reuniones y el contacto frecuente con las personas que queremos, lo cual hace que los primeros días o semanas se experimente una mayor tristeza al echar de menos esos momentos y a esas personas. Por eso es importante continuar con ese contacto.

… ¿QUÉ OTRAS PAUTAS AYUDARÍAN A EVITAR O REDUCIR ESE SÍNDROME POST-VACACIONAL?

Pautas

  1. Es importante tener en cuenta que los periodos vacacionales tienen una duración determinada.
  2. SUPER IMPORTANTE. Ser constante en el orden y la rutina.
  3. Céntrate en los cambios, los nuevos proyectos y los retos que te plantea el nuevo año, tanto a nivel personal como profesional. ES UNA FORMA DE ILUSIONARSE. 
  4. Haz cosas que te gusten, no dejes todo lo gratificante únicamente para las vacaciones. Después de un periodo de tiempo en el que ha sido frecuente el contacto con la gente que quieres, las sorpresas, etc., la vuelta a la rutina puede resultar difícil, por eso no todo deben ser obligaciones y responsabilidades, ya que nos desmotivaríamos, también hay que buscar cosas que te ilusionen, por ejemplo, puedes probar actividades y experiencias que no hayas hecho antes)
  5. Mantener el contacto con tus seres queridos. Los vínculos y el sentirnos queridos es un elemento que ayuda al bienestar. La Navidad es un periodo de reencuentro, y no es que tras la Navidad todo desaparezca, pero sí que se rompe un poco el vínculo, por ello es importante no perder el contacto.

Relativizar la Navidad. Un ejercicio importante para evitar el bajón después de Navidad es relativizar estas fechas. Son fechas importantes, SI, pero lo serán en la medida que tú quieras, ya que vivir tres semanas intentando enmascarar lo que realmente estabas sintiendo en ese momento e intentando cumplir las expectativas de los demás implica vivir en tensión, una tensión que sale cuando el cuerpo se relaja sufriendo una especie de bajón o incluso ansiedad.